Cuando le preguntaron por qué nunca discutía con nadie, el Maestro contó la historia de un viejo herrero, el cual le confió a un amigo que su padre, herrero como él, siempre había querido que su hijo siguiera su misma profesión, mientras que la madre abrigaba la ilusión de que su hijo fuera dentista. “¿Y quieres que te diga una cosa?: estoy encantado de que mi padre se saliera con la suya, porque si hubiera sido dentista, me habría muerto de hambre, y puedo demostrártelo”.
“¿Cómo?” preguntó el amigo.
“He estado en esta herrería durante treinta años, y en todo ese tiempo ni una sola vez me ha pasado nadie que le sacara una muela”
“Esa misma es –concluyó el Maestro- la lógica que subyace a las discusiones. Cuando ves algo con claridad, ya no tienes necesidad de lógica alguna”.
Tomado de: Un minuto para el absurdo; Anthony de Mello; Pág. 259; Sal Terrae.
Ramón Collante
Director: www.alfa-omega.ws
martes, 25 de marzo de 2008
lunes, 10 de marzo de 2008
Hacer el mal
“¿Por qué hago el mal?”
“Por qué estás hechizado”
“¿Hechizado por quién?”
“Por esa cosa ilusoria que llamas tu `yo´”
“¿Y cómo puede cesar el mal?”
“Comprendiendo que el yo, tal como tú lo conoces, no existe y no necesita, por tanto, ser protegido”. Un minuto para el absurdo; Anthony de Mello; Pág. 248; Sal Terrae.
Hasta pronto,
Ramón Collante.
Director: www.alfa-omega.ws
“Por qué estás hechizado”
“¿Hechizado por quién?”
“Por esa cosa ilusoria que llamas tu `yo´”
“¿Y cómo puede cesar el mal?”
“Comprendiendo que el yo, tal como tú lo conoces, no existe y no necesita, por tanto, ser protegido”. Un minuto para el absurdo; Anthony de Mello; Pág. 248; Sal Terrae.
Hasta pronto,
Ramón Collante.
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