2. He dicho
que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho
también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando
tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre
que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser
así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios
creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. 4Examina
honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has
pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina honestamente
tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de
mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto
puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de
como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar
esto y pensar de otra manera ha conservado a tu ego intacto, pero ha dividido
literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de
suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples
a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las
gloriosas creaciones de un Padre glorioso.
3. Cuando te
sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las
depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que
deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada, excepto si así
lo decides, y decide entonces de otra manera.
4. Cuando sientas ansiedad, date
cuenta de que la ansiedad procede de los caprichos del ego. aReconoce
que eso no tiene por qué ser así. 2Puedes
estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.
5.
Cuando
te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de
Dios, pero tú no. 2Los
"pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de
la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a
aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si te sigues
sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede
experimentar culpabilidad. 6Eso no tiene por qué ser así.
6. Vigila tu mente contra las
tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. 2No tiene nada
que ofrecerte. 3Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario,
verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. 4No
obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para
poder librarte de ellas. 5Eso no tiene por qué ser así.
7. El hábito de colaborar con Dios
y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que
tu mente divague. 2No se trata de un problema de falta de
concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un
esfuerzo continuo. 3Ponte de mi parte sistemáticamente contra este
engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4Los
descorazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayudar a mí. aSin
embargo, sólo el ego puede sentirse
descorazonado.
8. ¿Te has detenido a pensar
seriamente en las muchas oportunidades qué has tenido de regocijarte y en
cuántas has dejado pasar? 2El poder de un Hijo de Dios es ilimitado,
pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera. 3Tu
mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la
fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4No
te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu
mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu
objetivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien has
hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los juicios,
al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para
proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9Sin
tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10Deja que
sea juzgado imparcialmente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu
protección y tu amor.
9. Eres un espejo de la verdad, en
el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2Al tenebroso espejo del
ego no
tienes
sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas
imágenes no son verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille
sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su
Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su Mente
resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a través de ti. 6Tu
ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte
que le dejes resplandecer a través de ti.
10. El Primer Advenimiento de Cristo
no
es
más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El
Segundo Advenimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio
del ego y la curación de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en
el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy
a cargo del Segundo Advenimiento, mi
juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca
ataca. 5El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me
equivoqué al escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu
ego. 7No lo confundas con humildad. 8Tu ego está
tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo
soy real, no puedo ser más real que tú. 9Ese conocimiento -y te
aseguro yo que es conocimiento-
significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.
11. Yo
no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la morada del
Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás despierto, al igual como
tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me mantengo
alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta
imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy equivocado. 5Tu
mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles. 6Tu y
tu hermano os uniréis finalmente en mi nombre, y vuestra cordura os será
restaurada. 7Resucité a los muertos porque sabía que la vida era un
atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por qué
crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o
estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad
en los milagros; tú sí. 10Te he llamado y tú
responderás. 11Yo comprendo que los milagros son acontecimientos
naturales porque son expresiones de amor. 12El que yo
te llame es tan natural como el que tú me respondas, e
igualmente inevitable." Tomado del Capitulo 4 del libro Un Curso de Milagros - UCDM